sábado, 15 de diciembre de 2012

Frontera y fronterizo

La frontera se encuentra en el límite, marcando el linde de las cosas, y ocupando un lugar de incertidumbre que no pertenece ni a un lado ni a otro. Es en esto límites del lenguaje y de los entes donde se desarrollan las reflexiones más profundas a la par que fructífero, son los fronterizos los encargados de hacernos pensar donde acaban las cosas para empezar las siguientes. 

El concierto de un cantautor como Ismael Serrano, queda más allá del límite de lo que solemos etiquetar como ópera, quizá sea más cercano a un teatro musical o a un musical con momentos teatrales. Pero ayer me hizo reflexionar sobre el papel de la escenografía y su implicación con la música. El propio cantautor se sentía presuntuoso queriendo definir la música como una herramienta, un medio, para despertar conciencias, se sentía más cómo al hablar de música como lugar de encuentro, de discusión, de debate. Ahora bien, ¿y la escenografía? Sin duda, en el concierto de anoche era el lugar de encuentro propicio donde música, músicos y la recreación de un bar se daban cita con el público. Como ocurre con las óperas, las canciones de Ismael Serrano son las mismas, pero toman una intención, un discurso diferente al presentarse en el "Café de los recuerdos" en vez de la corrala de los últimos dos conciertos. Lo importante de esta escenografía, situada  los límites del lenguaje de la música teatral, es el diálogo que llegó a establecer con músicos y canciones. Era un elemento activo del diálogo, interactuaba con la acción y la música, los textos tomaban un nuevo matiz a la luz de sus neones rojos. 



A veces, la magnificencia de las escenografías operísticas se quedan en una fachada, como las portadas barrocas que recubrían las iglesias ocultando interiores más modestos de época pasada. Con ello quiero decir que pierde su misión principal, dialogar con la música y el texto para adentrar al público en la reflexión que exige la obra. Los escenarios de Ismael Serrano son sencillos y vividos, no piezas de museo desempolvadas para el estreno de la obra y vueltas a embalar en papel de bolitas. El arte, sea cual sea su índole y lugar de exposición, no es una bomba de TNT que explotará en mil pedazos si se interactúa con ella.

Hay que recurrir a los límites del lenguajes para encontrar la esencia de las cosas, volver al punto de origen y poder reflexionar y crear desligarlas de su misión.   



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